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lunes, 13 de julio de 2015

Balance del XXIII Festival Nacional de Folklore de La Palma 2015.

El Palmeral de las Casas Grandes se llenó en las dos jornadas que acogieron la ‘Gran noche folk’ y ‘El festival folclórico’ como gran colofón al XXIII Festival Nacional de la comarca de Cartagena.

El epílogo a las actividades de la vigésimo tercera edición del Festival Nacional de Folclore en la Comarca de Cartagena, que cada año organizan los incansables integrantes del grupo folclórico ‘Ciudad de Cartagena’ de La Palma, no pudo ser más brillante en le mágico marco de El Palmeral de las Casas Grandes.

La noche del viernes fue para el folk, que desbordó el aforo. “Ha venido más gente que cuando actuó Jarcha”, decía uno de los espectadores tras conocer que se agotaron algunos de los manjares del avituallamiento público de esa noche. ‘Luar na lubre’, procedentes de tierras gallegas, fueron los que animaron el patio con una gran complicidad con los asistentes. Después, a su conclusión, los cartageneros de Celtícue de Sauces aderezaron la velada con el sonido de sus gaitas a los que continuaron la noche con tertulias y sabores, entre los que no faltaron los tradicionales chambis.


El folclore, como es tradicional, puso el broche con cuatro grupos. Los anfitriones fueron los que abrieron el ‘fuego’, primero con sus infantiles y después con los adultos, ofreciendo, como ya nos tienen acostumbrado, una gran brillantez en sus bailes, voces y música. Tomó el relevo el grupo Salpassa de Campello (Alicante), con una actuación de aires goyesco de una gran brillantez que conquistó a todos. Continuó la cuadrilla de Fuente Álamo y Escuela Bolera, que pusieron todo su esfuerzo en el trasvase de la calle al escenario, pues, como explicaron, se trata de una cuadrilla que sólo dos veces al año actúa como grupo folclórico. En uno de los números llevaron a cabo un particular y entrañable ‘hermanamiento’ con los anfitriones palmesanos. Cerró ‘Caramacho’, procedente de tierras pacenses, pues surgieron en 1977 en Don Benito con el objetivo de rescatar el folclore extremeño y su labor les ha valido la medalla de oro de la ciudad en 2013 y que una calle lleve su nombre. Fue una noche de fandangos, malagueños y cartageneras, entre otros estilos, enriquecido por los vestuarios típicos de cada tierra y la sonrisa de todos los participantes, que mantienen pese al esfuerzo, al calor e, incluso, algún pequeño accidente, como una chica que en pleno número tropezó con un altavoz. Los fuegos de artificio pusieron el cierre a esta brillante edición 23.

Texto y Fotografías: Diario Cartagena de Hoy.
























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