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jueves, 14 de enero de 2016

Los ocupas eligen el residencial "Los Naranjos" de La Palma.

Para iluminarse por la noche utilizan velas. El agua para beber y ducharse la sacan de una fuente cercana. Para calentarse usan mantas. Y para hacer de comer, una pequeña cocina a gas. Así viven cinco familias de etnia gitana, que desde hace poco más dos meses ocupan ilegalmente viviendas del residencial Los Naranjos, en la diputación de La Palma.

Unas vivían en Pozo Estrecho y otras, en caseríos palmesanos. Pero un buen día fueron desahuciadas de sus casas y al poco tiempo sin saber donde ir rompieron las cerraduras de las casas de ese residencial y entraron a vivir en ellas. «Al menos así tenemos un techo donde cobijarnos. Somos siete de familia y nos hemos visto obligados a hacerlo así, para no vivir en la calle», explica a este diario una de las ocupas, Juana Fernández.

Ella vive junto a su marido y cinco hijos en un dúplex desde noviembre. El único dinero que entra en su casa es la ayuda por desempleo de su esposo de 423 euros, más lo que pueden arañar por la venta de chatarra en desguaces y de fruta en algunos mercadillos.Un inmueble ardió hace mes y medio por una hoguera encendida en su interior

Puertas con cadenas

Se trata de una urbanización compuesta por quince viviendas de planta baja y primer piso, de unos 100 metros cuadrados cada una. Tienen porche y en el centro, un jardín y una zona de parque. En ellas solo viven tres familias de manera regular, el resto están deshabitadas u ocupadas de forma ilegal. La mayoría de las cerraduras están rotas y de sus puertas cuelgan cadenas.

«Si estamos aquí es por pura necesidad. Nosotros no queremos vivir de esta manera, sin agua y sin luz. Por eso hemos llamado al banco dueño de las casas y le hemos pedido que nos las alquilen, por un precio que podamos pagar. También nos interesaría comprarlas», cuenta Juana Fernández.

Frente a ella vive José, cuyo apellido prefiere reservarse. Vive con su padre y sus tres hermanos y está en la misma situación que Juana. «Vivimos de lo que vendemos en los mercados: frutas y hortalizas, pero no nos llega para comprar una casa. Por eso estamos aquí. Si nos pusieran un alquiler decente, lo pagaríamos», explica.

A pesar de que su convivencia es «pacífica», según el presidente de la Junta Vecinal de La Palma, Pedro Obradors, los vecinos de los alrededores están con miedo de que se sigan ocupando casas y de que la zona se convierta en un gueto donde los problemas de convivencia estén a la orden del día.

«De momento no dan problemas. Solo hubo uno al principio, cuando llegaron los primeros. Una casa ardió porque, dentro, los ocupas encendían hogueras. Quedó arrasada por el fuego. Intento que lo mantengan todo limpio y que no molesten al resto de vecinos, pero al final tendrán que marcharse», según Obrador.

La promotora no dio salida a las viviendas y se las tuvo que quedar la sociedad de gestión de activos, Sareb, más conocida como banco malo. Ahora los dueños de los inmuebles han denunciado la ocupación ilegal por lo que si se hace cargo del caso un juez, éste podría obligar a las cinco familias de Los Naranjos a desalojar las viviendas.

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