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miércoles, 10 de julio de 2019

El paisaje perdido.

Estamos inmersos ya en el XXVII Festival Nacional de Folclore en la Comarca de Cartagena cuyos actos se vienen celebrando, desde el 6 de julio hasta el 14, en dos escenarios: la Casa del Folklore y el Palmeral de la Estación Experimental Agroalimentaria de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), ubicados ambos en La Palma. Su programación es variada y original como ese taller infantil de espantapájaros, los conciertos, la noche folk, los grupos folclóricos llegados de cada rincón de España, la inauguración de la escultura del artista palmesano Cristóbal Hernández Barbero a cargo del rector de la UPCT, Alejandro Díaz.

Durante el desarrollo de estas actividades podrá contemplarse la exposición de fotografía 'Tierra Heredada' de Joaquín Giró, que ha comisariado su mujer, Ana Romero Tovar. Joaquín es un profesional de la imagen, conocido por sus especializaciones en fotografía industrial, turística y etnográfica. A diario vemos por Cartagena muchas de sus creaciones en vallas publicitarias o en autobuses urbanos.

En esta ocasión se sirve de los integrantes del propio grupo palmesano para escenificar en un limpio blanco y negro la vida cotidiana de nuestros antepasados desde el siglo XVIII hasta las primeras décadas del XX: la ronda a la moza con la puesta de la cruz de mayo en su puerta, el vía crucis del Pericón (La Aljorra), el trabajo minero y sus cantes en las canteras de la localidad de Canteras, el velatorio del difunto o los símbolos del luto. Me comentaba el autor que ha contado con el asesoramiento de Suni Saura Bolea, profesora de baile del propio grupo y experta en indumentaria y peinados de la época. La manera de recogerse el cabello o cubrirlo de una determinada forma servía a la mujer para comunicar a la comunidad estado civil, pretensión de galanteo, estados de ánimo e intenciones.



El tránsito al regadío

Pero la propuesta en la que deseo centrarme es la conferencia de Pedro García, director de ANSE, titulada 'La transformación al regadío y otros cambios recientes del Campo de Cartagena y sus consecuencias sobre el paisaje, la biodiversidad... y las personas', de contenido crítico.

Ahora que nos han conquistado los cultivos de regadío e invernaderos, atrás quedaron los compartimentados tipos de cultivos y sus diferentes tonalidades de marrones y verdes, mayores concentraciones de masas arbóreas, y elementos de la arquitectura tradicional como balsas, norias y molinos de viento en plena actividad. Todos estos elementos han sido sustituidos por la visión monótona de una manta continua de verde lechuga y plásticos. Aunque nos quedan reductos de paisajes tradicionales, sobre todo en la zona oeste, no solo en el bello cartel pintado por Pérez Casanova para el festival.

Otra actividad que se ha visto afectada ha sido el pastoreo, dificultado por los vallados y los asentamientos de invernaderos, que limitan el movimiento del ganado. Se hace necesaria la Ley de Conservación de la Naturaleza y la Biodiversidad, alineada con la Unión Europea.

Es evidente que la agricultura intensiva tiene aspectos socioeconómicos muy positivos como se ha manifestado en el aumento del nivel de renta de los habitantes de la comarca, el incremento poblacional, especialmente debido a personas procedentes de otros países que no nos vienen mal para garantizar el relevo generacional y el sostenimiento del estado del bienestar. Y sobre todo porque a los españoles cada vez nos gusta menos trabajar en el campo. Ni sabemos ya.

También se han implantado grandes mejoras como la instalación de plantas de reciclado y tratado de residuos sólidos como puedan ser los plásticos, solo falta que todos sigan siempre las directrices establecidas.

Agricultura sostenible

Con todo, la transformación del paisaje que este tipo de agricultura ha producido es posible que no cambie, debido a los importantes beneficios que ya hemos apuntado. Sin embargo, debemos pensar en la sostenibilidad del planeta cuya situación es alarmante y la estamos sufriendo ya mismo. Un problema que no se soluciona con caricaturas de zonas verdes, «unos cuantos bonsáis puestos en fila», que escribía Galeano.

Vamos a precisar mucha más sombra, por eso ahora que en Cartagena se piensa en el Plan General de Ordenación Urbana, es hora de pintar en el plano amplias manchas de arbolado en la ciudad y en los pueblos, a modo de auténticos cinturones verdes.

La Región debe contar con una política medioambiental que aplique medidas orientadas hacia objetivos evaluables y con un adecuado acompañamiento presupuestario. Una de ellas sería la recuperación del destruido sector de las energías renovables, que estaba generando tejido empresarial y empleo de alto valor añadido.

Hay signos de esperanza. La UPCT creó la Cátedra sobre Agricultura Sostenible en el Campo de Cartagena, apoyada por los agricultores y avalada por asociaciones y empresas agrícolas.

El director de dicha Cátedra, el profesor Juan José Martínez Sánchez, destaca la labor desarrollada en el conocimiento, difusión y puesta a punto de buenas prácticas agrarias que permitan una óptima compatibilización de la agricultura y ganadería con el mantenimiento de valores medioambientales del campo de Cartagena. No todo está perdido si se cuenta con el apoyo y el control de la Administración, que debe ejercer como tal. También compete a una ciudadanía activa, celosa de su patrimonio natural y cultural que supo movilizarse por millares en la plataforma Murcia No Se Vende desde 2005.

Autor: José Sánchez Conesa.


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