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sábado, 25 de enero de 2020

Agustina Moreno Martín, la mujer que salvó al bolillo de la extinción.

Así es considerada por las numerosas encajeras actuales, que recuerdan que hace una veintitrés años apenas quedaban practicantes. "Estoy contentísima con lo que se ha conseguido", expresa esta palmesana que anhela ahora que llegue un relevo generacional que evitaría nuevas situaciones de riesgo.

Hace cerca de un cuarto de siglo, la afición al bolillo se perdió en nuestro municipio. Toda no, quedaban mínimos reductos, pero gracias a uno de ellos volvió a florecer. Agustina Moreno Marín fue quien empezó a difundir esta artesanal práctica de encaje textil dando clases en el Centro de Artesanía de la Región de Murcia, entre otros focos. El resultado es que actualmente son numerosas las asociaciones creadas sobre esta práctica y cientos las practicantes. "Recuerdo que fueron ochenta las alumnas del primer curso y estoy contentísima porque ahora hay cientos de practicantes y cada encuentro supone juntar a una inmensidad de amigas".

En la imagen figura a la izquierda del lector junto a Juani Martínez.

Juani Martínez Segura es la presidente de la Asociación de Mujeres Encajeras de Bolillo de San Antón. En la conversación con este periódico recuerda que hace 23 años "vi una noticia en el periódico sobre una muestra de bolillo en La Palma y le dijo a mi marido, Pepe, que quería verlo. Fuimos y volví con la idea de aprender. Al principio, por mis obligaciones laborales y familiares, me costó, tardando ocho años en aprender, pero luego fue estupendo. Hace trece años creamos con cinco mujeres el colectivo de San Antón... y mira la que se ha liado", indica.  

Otras de las presentes en el encuentro bolillero de San Antón también participa en la conversación para desvelar que el encaje de bolillo también puede tener beneficios para la salud. "Yo sufría temblores espontáneos y resulta que con los tres años que llevo con el bolillo han desaparecido. Eso sí, hay que practicarlo todos los días", afirma.  

Sin embargo, la recuperación no garantiza el futuro. La casi totalidad de encajeras ya tiene una edad avanzada y no se ve la presencia de nuevas generaciones. "Ahí está lo peor", reconoce Agustina Moreno Marín, quien cree que el problema principal para que los jóvenes se integren está "en la falta de tiempo por los trabajos y demás obligaciones", pero confía en que, al igual que ella hizo crecer a una semilla, ahora se trabaje por enganchar a las nuevas hornadas. Ojalá.



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