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jueves, 28 de agosto de 2014

Los residentes de La Palma exigen la reforma de las infraestructuras de la localidad.

La asociación 'Pro ayuntamiento de La Palma' está promoviendo la campaña 'Esto tiene un arreglo' con la que se pretende, tal y como su nombre indica, denunciar el mal estado en el que se encuentran determinadas instalaciones y servicios públicos, tanto de La Palma como de sus barriadas y pedanías.

Los residentes de esta localidad cartagenera hacen llegar sus denuncias a la asociación a través de fotografías que demuestran los deterioros del mobiliario urbano, para que lleguen al ayuntamiento de Cartagena y se ponga solución. De esta forma, ya se han denunciado: «calles sin iluminación y sin asfaltar, farolas que no se reponen, instalaciones deportivas cerradas, plazas que necesitan remodelación, contrucción de nuevas plazas así como un centro cívico cerrado», señala el presidente de la asociación 'Pro ayuntamiento de la Palma', Ginés González Pérez.

«La iniciativa ha sido bien acogida y cada día son más las fotos que nos están llegando poniendo de manifiesto deficiencias de todo tipo que no están siendo atendidas debidamente por el ayuntamiento de Cartagena y la junta vecinal de La Palma. Los recortes municipales han sido brutales en esta localidad», concluye González.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Lugares legendarios: Un falansterio en La Palma.

Uno de estos socialistas utópicos, el pequeño empresario francés Fourier, intentó plasmar en la realidad social su proyecto de falansterios. En una clase del profesor Juan Bautista Vilar, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Murcia (UMU), supe que el acaudalado empresario Manuel Sagrario de Beloy intentó poner en marcha un falansterio en Tempul, una localidad cercana a Jerez de la Frontera y otro en la diputación cartagenera de La Palma, en unos tiempos en que esta localidad tenía ayuntamiento propio.

El proyecto de esta sociedad comunitaria fue presentado en Las Cortes y al general Espartero, de ideología progresista. A pesar de ser aprobado por el Gobierno en 1842, nunca se aplicó. Al parecer, el poder ejecutivo no facilitó la mano de obra compuesta por soldados y presos, requerida para crear el gran edificio que acogería unas mil personas; nunca, en cualquier caso, debía sobrepasarse las mil seiscientos.

La ubicación óptima de los falansterios estaba en el campo, y cada miembro de la comunidad desarrollaría aquellas labores que iban más con sus cualidades y preferencias. La propiedad de los bienes y servicios sería comunitaria, pero cada uno recibiría un salario en función de la importancia del servicio prestado al grupo. Y los cargos públicos serían designados, según la elección de todos los integrantes de la colonia. 
 
 
Autor: José Sánchez Conesa.
 
 

martes, 26 de agosto de 2014

Programación Fiestas Patronales La Aparecida 2014

Del 29 de Agosto al 7 de Septiembre se celebran las Fiestas Patronales de La Aparecida, con la novedad de que este año se conmemora el 25º Aniversario de la romería del Pasico y un programa cargado de actividades.

Podéis consultar el programa de Fiestas pinchando AQUí.



lunes, 25 de agosto de 2014

El paraíso de la playa.

Hubo un tiempo en que las gentes del campo se bañaban en las acequias y las balsas destinadas al riego agrícola. Lúdica actividad que se cobró, por desgracia, más de un muerto, como ocurrió en una ocasión en El Palmero de La Aljorra, con el resultado de tres ahogados.

Los de Lobosillo se sumergían en el pantano de Villa Antonia, y era tal la animación que mi informante me contaba que los más avispados montaban puestos de «refrescos de limón y naranja 'escurría', una patata 'cocía' con una 'miaja' de canela». Se jugaba a los bolos y a una competición cruel con los animales que hoy día sería impensable pues se enterraba a un pollo en el suelo, con la cabeza fuera para que los concursantes situados a una determinada distancia arrojasen piedras, cinco a 15 céntimos, llevándose el preciado ave aquel que le diese en la testa. Esta actividad festiva o deporte rural cruel formaba parte de muchos programas festeros en nuestra tierra, en Santa Ana hasta hace algo más de treinta años.

Muchas localidades celebraban fiestas patronales durante el estío y hasta los caseríos organizaban sencillas fiestas veraniegas con meriendas, bailes a cargo de los músicos del propio vecindario o simplemente con gramófono, cintas en bicicleta para los infantes y poco más. Era muy apreciada la horchata de almendra, en muchos casos de elaboración casera, con la que se obsequiaba a los vecinos que ayudaban desinteresadamente a descascarar almendra en las siestas o por las noches, al fresco. Otros le pegaban buenos tientos a la cántara que contenía 'paloma', nombre debido al color blanquecino resultado de mezclar agua fresca del aljibe y una chorraica de anís cazalla, nunca dulce. Los que venían acalorados de trabajar en el campo solían verter un poco de vinagre al agua y una cucharada de azúcar para endulzar la bebida que tanto los refrescaba.

El baño en la playa se limitaba, para muchos, al día de Santiago y al de la Virgen de agosto. Me han comentado en muchas ocasiones que las familias alquilaban casas o más bien habitaciones con derecho a cocina en Los Alcázares, por unos días, y hasta allí marchaban con una tartana o un carro cargado de jaulas de pollos, conejos vivos y gavillas de leña para cocinarlos en la semana de asueto. Guardaban un morcón grande y hasta un jamón de la matanza de Pascua para el veraneo. El baño era por la mañana, por la tarde el paseo y el baile llegaba con la noche, en el club frente al hotel balneario La Encarnación, una gran plataforma de madera que se adentraba en el mar. Otro lugar muy frecuentado por los danzantes era el San Antonio, aún en pie sobre la mar chica. En la terraza de La Encarnación, establecimiento centenario, los artistas y sus orquestas amenizaban las horas, costumbre que se sigue conservando con éxito. En el Café de la Feria cantaban estrellas de la canción como Antonio Machín o de la revista como Celia Gámez. Muy cerca, en el bar La Tropical, cada día más pujante, se consumían con avidez los célebres 'blancos y negros'.

Si los huertanicos se instalaban en la zona comprendida entre el carril de las palmeras hacía Los Narejos, los 'campocartageneros' lo hacían más bien en la Bocarrambla. En sus inmediaciones, zona militar perteneciente a la base aérea, se conserva aún una abandonada vivienda, conocida como Casa del Cura, que se dice fue ocupada por el aviador Ramón Franco y su pareja, que no pasaron por el altar. Allí clavaban cuatro palos o cuatro hierros para sostener una lona o algunas mantas por sombraje. Este sencillo habitáculo facilitaba la estancia por unos días o incluso una o dos semanas, como mucho. Los hombres marchaban por la mañana a sus faenas, regresando al anochecer y las mujeres y los niños quedaban en el campamento estival. Hasta finales de los años 70 se observaban gran número de camiones y furgonetas los fines de semana. Toda una acampada salvaje, pero muy familiar.

Otros preferían establecerse en Los Urrutias o Los Nietos. Por proximidad geográfica los moradores de la zona oeste se desplazaban en carros o bicicletas hasta Puerto de Mazarrón, Isla Plana, La Azohía o La Chapineta. El Puerto llegó a ser conocido como Villa Jarapa debido a la gran cantidad de barracas levantadas por los bañistas.

Las mujeres de antes se confeccionaban sus propios bañadores con sacos de hilo que contenían el azúcar en las tiendas. Recuerdan a una señora muy graciosa y muy gruesa de Los Vivancos (Fuente Álamo) enfundada en un traje de baño de aquellos tan rudimentarios, con un letrero en el trasero que decía: «Se alquila la parte de atrás, que la de delante es p'a que trabaje mi marido». 
 
Autor: José Sánchez Conesa, "El Tío del Saco".

jueves, 21 de agosto de 2014

Resumen del estudio de viabilidad para la creación del Ayuntamiento de La Palma.

Recuperar el Ayuntamiento que La Palma tuvo hace 200 años es el objetivo principal que persigue la Asociación Pro-Ayuntamiento de La Palma.

Las anteriores palabras no son banales, salidas del capricho o sentimentalismo de vecinos que quieren lo mejor para su pueblo, sino que reflejan de manera objetiva y basada en datos reales que, si nuestro pueblo tuviera un Ayuntamiento propio, fuera  de la actual pertenencia al de Cartagena, La Palma avanzaría y se desarrollaría, saliendo del estancamiento actual en el que se encuentra.

Prueba de ello es un estudio de viabilidad económica que llevó a cabo la Asociación Pro-Ayuntamiento de La Palma y que refleja que, si se produce la segregación del Ayuntamiento de Cartagena, nuestro pueblo contaría con un presupuesto anual de 4.000.000€ que ayudarían a subsanar todas las deficiencias que día a día se producen en nuestra localidad y se produciría un aumento considerable en el número y calidad de servicios recibidos por los palmesanos.


Asociación Pro-Ayuntamiento de La Palma.

miércoles, 20 de agosto de 2014

El alcalde del Ayuntamiento de La Palma redactó la 1ª Constitución Española (1812).

Hemos celebrado los doscientos años de la proclamación de la Constitución liberal de Cádiz, nuestra primera constitución, y por tanto la primera vez que el pueblo español protagonizó su destino, poniendo las bases del Estado de Derecho con la división de poderes, la monarquía limitada, los derechos personales, las garantías penales y procesales, la abolición de la Inquisición, la libertad de prensa y la soberanía popular. Se pusieron en marcha conceptos que adelantan el Estado Social, como la educación pública básica, la creación de universidades y un sistema impositivo proporcional para que pagaran más los que más tenían.

La Carta Magna de 1812 estaba influida por las primeras: la de Estados Unidos y la de Francia, e impregnará de valores democráticos los intentos constitucionales que, a lo largo de los siglo XIX y XX, se sucedieron en nuestra nación. A su vez, 'la Pepa', conocida así por proclamarse el día de San José, está presente en los textos constituyentes de otros países europeos (como Portugal, Holanda, Rusia y los reinos italianos) y de la América Hispana, que se irán independizando de España tiempo después como consecuencia de las ideas liberales.

Recomiendo vivamente el ameno libro 'Los diputados murcianos en las Cortes de Cádiz' (2012), editado por la Asamblea Regional de Murcia y la Real Academia Alfonso X el Sabio, cuya autoría corresponde a Pascual Vera Nicolás. Este escritor de obras sobre cine e historia regional es licenciado en Historia Moderna y Contemporánea, y doctor en Pedagogía y Ciencias de la Educación. Con gran claridad expositiva nos adentra en los detalles del proceso constituyente que alumbró el parlamentarismo, que acentúa la palabra para solucionar los problemas a los que se enfrentan las sociedades y no en las armas. 

Saga de los Martínez-Fortún

Entre los diez diputados con que participó la Región en el primer parlamento español, dos eran cartageneros. Uno fue el abogado Isidoro Martínez-Fortún, concejal del Ayuntamiento de Cartagena, cargo que habían ocupado otros Martínez-Fortún desde 1530. Intervino en el debate sobre los ayuntamientos, y propuso que cada pueblo contase con el suyo, aunque no sumase los mil habitantes mínimos que, al final, exigió el texto constitucional.

El otro diputado fue el agricultor Nicolás Martínez-Fortún, más tarde primer alcalde del ayuntamiento de La Palma, a finales de 1813. Como consecuencia de 'la Pepa', de Cartagena se segregaron Pozo-Estrecho, Alumbres y La Palma. Más tarde lo hizo El Algar.  
Autor: José Sánchez Conesa.

miércoles, 13 de agosto de 2014

El Grupo Folcórico Ciudad de Cartagena de La Palma viaja este fin de semana a Santander.

El Grupo Folclórico Ciudad de Cartagena de La Palma desembarcará este viernes15 de agosto en el Festival Internacional de Folclore de Santander, donde, durante el fin de semana, participará junto a grupos procedentes de México, Serbia o Pontevedra, entre otros, para dar a conocer el folclore de nuestra zona. 

Así, ofrecerán varias actuaciones con un un amplio repertorio de trajes de los siglos XVIII y XIX y los cantes y bailes de nuestra tierra, como son Levanticas, Cartageneras, Toreras y Malagueñas.

El sábado asistirán a una recepción de la corporación municipal en el ayuntamiento de Santander.

El grupo representará a FEAF( Federación Española de Asociaciones de Folclore), a la cual pertenece, y por la que tienen la calificación de Utilidad Pública, concedida por el Ministerio del Interior, y la calificación B, otorgada por la Unesco.

domingo, 10 de agosto de 2014

Estrategias tradicionales contra el calor.

Para nadie es una sorpresa el insoportable calor de nuestro estío, todo un atentado contra los Derechos Humanos. Y todavía nos queda este septiembre que acabamos de inaugurar, el veranico de los membrillos. Para combatirlo la tradición, por boca de los mayores, nos habla de diversas estrategias que cubrían un amplio espectro desde la disposición de la vivienda, el aseo personal, la gastronomía, las bebidas refrescantes o el baño en balsas, acequias y playas.

Los informantes que hemos entrevistado a lo largo de los años hacían especial hincapié en la gran importancia concedida a la ubicación de la vivienda para evitar los rigores de la peculiar climatología. Preferentemente se orientaba a mediodía o levante, nunca al norte, porque entonces sería una casa gélida en invierno y con humedad. Un amigo de la localidad de El Albujón nos decía que se conseguía una cámara de aire, aislante de las altas temperaturas del exterior, con la colocación de las tejas de cañón, también llamada teja moruna, aunque ya los romanos la utilizasen. Pero dejemos que lo exprese con sus propias palabras Juan Nieto Pintado: «Las casas tenían cámara de aire porque ponían una teja boca arriba y la obligaban (la sujetaban) con barro por un lao y por otro, y entonces se ponía sobre esa otras dos tejas boca abajo. Así tienes una cámara de aire que no se consigue con la teja plana o alicantina, que vino después. Por eso la teja de cañón es más fresca».

A este hecho se sumaba otra cámara de aire por el amplio espacio creado entre el tejado y el cielo raso. Abundando en un mayor aislamiento, los techos del habitáculo alcanzaban hasta una altura de seis metros y los muros de piedra caleña, entre cincuenta o sesenta centímetros de grosor. Frente a las casas se plantaba un pino o se instalaba un 'emparrao' que procurase sombraje.

Barreños de zinc

Cuando no se empleaban las duchas, pues el agua corriente aún era pura quimera, se llenaba en el patio una vasija grande de barro o un barreño de zinc, que quedaban expuestos al sol. En ese recipiente se bañaban, sobre todo los niños, constituyendo un buen ejemplo de uso de energía solar, barata y nada contaminante. Tras las faenas del día era de agradecer un baño placentero en el propio patio, que en invierno era practicado en el interior del hogar. Más tarde vinieron unos cubos que disponían de una alcachofa, que la abrías y caía el agua como si fuese propiamente una ducha, para ello se colgaba en alto.

Era importante la elección de una buena cántara o botijo que 'hiciese agua fresca', por eso se preferían las de color blanco y superficie porosa, frente a las de color rojo. Para curar la cántara se le vertía agua que se dejaba reposar por espacio de dos días, no siendo consumida. Después se tiraba y se volvía a llenar, apta ya para el consumo porque el líquido elemento se había filtrado por los poros del recipiente, eliminando el polvo y ya no producía agua de mal sabor. Las cántaras de buena calidad sudaban cuando se les echaba agua fresca, pero debía de cuidarse de no mojarlas por fuera, pues perderían sus capacidades refrescantes. El agua sacada del aljibe era fresca y para mantenerla en esas condiciones era preciso buscar para el botijo o botijón una buena sombra bajo la olivera o el garrofero, si es que se estaba trabajando en medio del campo. Un buen lugar era colocarla en la ventana durante la noche estival, buscando la corriente de aire.

Tras un duro día de trabajo campero, nada como un vaso de agua con un chorrico de vinagre y un poco de azúcar para quitar el amargor. Era un remedio muy apreciado contra los rigores solares. Aunque no estaba nada mal un trago de paloma, bebida de color blanco lechoso, resultante de la mezcla de agua fresca con anís. Preferentemente servida en botijo.

Para la comida fuerte del día se servía un gazpacho distinto al andaluz, y nada que ver con el manchego, que consistía en agua, lo más fresca posible, con algo de vinagre, aceite y sal, trozos menudos de cebolla, tomate, pepinos, a veces pan y una pizca de orégano. Algún comensal se colocaba, adherida a la frente, una rodaja del extremo del pepino, remedio apreciado por su poder refrescante.
 
Melones y jarabes

El melón y la sandia, antes llamada melón de agua, se colocaban en el pozal o cubo empleado para sacar el agua del pozo o aljibe y así descenderlas por debajo del nivel del agua, refrescando la fruta que sería degustada por los comensales. Solía hacerse lo propio con la botella de vino o la leche preparada con canela y limón.

Era apreciado el refresco de limón consistente en un poco de jarabe de dicho sabor al que se le añadía agua fresca, sirviéndose en bares y tiendas de comestibles, aunque en muchos casos ambos concepto estaban unidos. En estas tiendas-tabernas de antaño se vendían unos polvos llamados litines que se vertían en el agua para elaborar así un sucedáneo de la gaseosa. Al vino se le añadía sifón y los domingos por la tarde o días en que se trillaba los habitantes de pueblos y caseríos recibían la anhelada visita de los chambileros, quienes transportaban su mercancía en carro o bicicleta: granizado de horchata y limón o el famoso mantecado, un helado de vainilla que conocemos por chambi, cuando se sirve en cucurucho de oblea, aunque en los años cuarenta y cincuenta se disponía entre dos galletas, lo que después se conoció como corte. Todo por refrescarse una 'miaja'.
 
Artículo publicado en el Diario La Verdad.
Autor: José Sánchez Conesa.