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domingo, 31 de julio de 2022

Pedro Gómez, bailar como ejercicio místico.

Uno de los acontecimientos culturales más importantes en nuestra Región y con gran repercusión estatal es el Festival Nacional de Folclore en el Campo de Cartagena, que este estos días celebra su XXVIII edición. Lo organiza el Grupo Folclórico Ciudad de Cartagena, de La Palma, que el año próximo cumple medio siglo de existencia y su alma pater no es otro que Pedro Antonio Gómez García, con el que quedo en La Casa del Folclore, un hermoso y entrañable rincón imprescindible para quien quiera conocer y disfrutar de gratos encuentros con la literatura, el arte, la música, la artesanía, el baile, la gastronomía o las tradiciones de la comarca.  

La casa conserva el encanto típico de los pueblos, con su fachada de ladrillo visto, su atrio, porche y poyo, su olivo centenario, su bodega, sus tinajas, sus antiguas cocinas, su sala de estar y un amplio salón con un pequeño escenario, un piano y una barra, donde se organizan, entre otras muchas cosas, el Café Cantante, una semana anual repleta de conciertos de pequeño formato, recitales poéticos y charlas, que la gente disfruta mientras saborea la gastronomía de la zona. Además de los cuadros del artista local, Pérez Casanova, de las paredes cuelgan estos días los trabajos del Taller del Esparto de Los Puertos de Santa Bárbara.

«El grupo ha hecho algunas locuras porque no sabíamos que eran imposibles, quizás la más grande fue adquirir y arreglar esta hermosa casa a la que tanto le hemos dedicado y que se ha convertido en nuestro hogar, nuestra tarjeta de presentación y nuestro punto de acogida y de encuentro», dice Pedro y me cuenta su trayectoria: «Mi abuela paterna, La Roja, ya bailaba, y mi abuelo materno, que era de Alhama de Murcia, también. Aunque en mi pueblo estaba mejor visto que un niño hiciera ciclismo o fútbol, yo me empeñé, con siete años, en apuntarme al Grupo para bailar. Lo único que me dijo mi padre fue que cuando se está en un sitio, se está, que me lo tomara en serio y no estuviera floreando; desde entonces esta ha sido mi vida». Me cuenta, además, la importancia de la amistad y la convivencia para mantener el grupo unido: «Hemos trabajado mucho, viajado y hecho actuaciones por toda España y otros países del mundo, y nos hemos convertido en una familia. Gracias a esta unión nos hemos convertido en un referente».

Además de la música y los bailes «siempre me ha gustado la decoración y la escenografía, preparar los rincones de la casa, montar las cruces de mayo, hacer que nuestras actuaciones sean también un espectáculo visual», y hablamos sobre el hecho de que el Grupo Folclórico le dé tanta importancia al vestuario tradicional: «Hemos recogido, durante años, trajes antiguos del pueblo y de todo el Campo de Cartagena, que hemos restaurado, que hemos conservamos y que hemos reproducido. Respetamos a las cuadrillas y a los grupos que bailan y cantan estas músicas con ropa actual, de calle, y los hemos traído a nuestros encuentros, pero nosotros creemos que igual que la comida te entra por la vista, las músicas tradicionales también: el vestuario tiene bastante de teatral, de ceremonia, de espectáculo…». 

Desde hace años, Pedro Gómez es un miembro destacado de la Federación Estatal de Folclore: «Fuera siempre nos han respetado y reconocido más que aquí, pero nosotros llevamos el nombre del Campo de Cartagena como bandera. Últimamente ya se nos mira mejor en nuestra ciudad», me dice mientras se enciende una pipa para fumar, que le da un aire de señorito y sibarita. Está encantado del momento actual del grupo, de la gran cantera de niños y de que además de los músicos y las voces, tengan un mínimo de doce parejas de adultos, siempre dispuestos para bailar.

«Bailar es divino, siempre he sido un poco místico, no sólo porque fui acólito del Monasterio Cisterciense de La Palma, sino porque me gusta adentrarme en la profundidad de las cosas, buscar, mirar en soledad la belleza de la creación… Se puede decir que soy creyente a mi manera, aunque hace mucho tiempo que soy crítico con muchas cosas de la institución eclesial, creo que siempre hay algo mejor un poco más allá y yo soy un soñador».

Fuente: La Opinión de Murcia

Autor: Javier Lorente.



sábado, 30 de julio de 2022

Pérez Casanova: sentido y verdad en el arte.

En la diputación cartagenera de La Palma se cultiva el amor a las Artes y las Letras y no es de extrañar que de allí provengan algunos de los mejores frutos del panorama artístico de nuestra Región, con repercusión nacional e internacional. Es el caso de mi admirado Pedro Diego Pérez Casanova, un reconocido pintor cuya importante trayectoria le ha llevado en los últimos diez años a ser uno de los pintores más reclamados en Suecia, con un importante nivel de ventas que se apoya en su maestría, sensibilidad, atmósfera mágica y, sobre todo, en su inmensa capacidad de trabajo. Es un hombre discreto, a veces reservado, amante de la cultura de su tierra y poco dado a un postureo para el que nunca tiene tiempo.

En su casa familiar tiene un estudio, taller y almacén, dividido en varias estancias, donde me recibe descalzo y sin camisa, hace calor y está inmerso en la culminación de una vista del Teatro Romano de Cartagena. Le devuelvo un cuadro con el que participó en la última exposición del Grupo ArtNostrum, en homenaje a Marcos Amorós y me enseña algunas de sus últimas creaciones, como una vista panorámica de la ciudad, justamente desde el lado contrario de la que nos recibe, inmensa y espectacular, en el Hospital de Santa Lucía de Cartagena. Pedro es un poco pudoroso y coqueto, así que la foto se la hago tras ponerse una impecable camisa blanca. Me trae varias cervezas, en una bandeja, para que elija marca y graduación, y disfrutamos una agradable conversación en la que nos ponemos al día.

Aunque hace tiempo que no expone en su ciudad, no se puede decir que no sea profeta en tu tierra. Siempre se le reclama para ilustrar actos culturales, festivos o religiosos, desde el Festival Nacional de Folclore al Concurso Nacional de Saetas, pasando por el Festival del Cante de Las Minas. «He expuesto por toda la Región, por España, Portugal, Italia o Bélgica, pero ahora mismo tengo varios proyectos en Suecia que absorben todo mi tiempo», dice.

Asegura que «ya en el colegio no paraba de pintar y gané bastantes concursos de niño y adolescente. Luego estudié en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos y aproveché para dibujar mucho más de lo que se me exigía», y añade: «Me volqué en pintar de manera autodidacta, pero la mili me partió totalmente. Luego trabajé en el negocio automovilístico familiar, desarrollando mis destrezas con la pintura a pistola y pronto empecé a recorrerme España con los Concursos de Pintura al Aire Libre. Tuve cierto éxito con nuevas técnicas que sorprendieron, como la de pintar con rodillo». Le rectifico lo del ‘cierto éxito’ porque Pérez Casanova se convirtió en todo un referente a nivel nacional.

En su acostumbrada modestia, se encoge de hombros y dice: «Bueno, sin exagerar, pero sí es cierto que gané concursos muy importantes como el de Ávila, El Retiro o Burgos y esto me abrió puertas: me empezaron a llamar galerías para ofrecerme exposiciones y, finalmente decidí dedicarme por entero a lo que siempre había querido, que era pintar. De aquella época recuerdo el disfrute de viajar, conocer pueblos, gentes, fiestas y de aquellos magníficos ratos de conversación, mientras esperábamos el fallo del jurado, con grandes artistas de todo el país».

Lo que tiene muy claro es que es un inconformista con su propia obra: «Vivo de esto y necesito vender y ganar dinero, es cierto, pero lo que más me gusta es hacer mi trabajo bien, mejorar, aprender. Nunca voy al mínimo esfuerzo ni a lo comercial. Incluso cuando a alguien ya le guste mi cuadro, yo sigo trabajándolo hasta que estoy satisfecho. Tal vez soy un poco obsesivo, pero me planteo todos los días si lo que hago tiene sentido y verdad, no quiero que mi obra sea un mero trámite».

Desde su posición privilegiada de trabajar para cinco galerías extranjeras, me interesa su visión ‘desde fuera’: «En España veo dejadas las artes plásticas, no se apoya la creación artística. Pintando no te puedes hacer rico, pero Suecia está dando de comer a mi familia, y eso que yo soy un extranjero allí». No valoramos lo que tenemos. Maestro, le digo.


Fuente: Diario La Opinión

Autor: Javier Lorente



viernes, 22 de julio de 2022

El programa "Categoría Mayores" de Telecartagena visita La Palma.

domingo, 10 de julio de 2022

El folclore vuelve a llenar el cielo de colores.

El XVIII festival nacional ha regresado al patio de la finca Casas Grandes de La Palma con una doble jornada de una gran calidad artística que ha atraído a bastantes cientos de personas, que además disfrutaron de manjares gastronómicos tradicionales y de un brillante y largo castillo de fuegos artificiales que, por la falta de hábito en los últimos años de estar de forma prolongada mirando hacia arriba, causó bastantes ‘tortícolis’.

Los amigos del grupo folklórico ‘Ciudad de Cartagena’ han regresado a las andadas, dicho en el buen sentido, pues otra vez se han dado una ‘paliza’ a trabajar para preparar lo que son dos noches mágicas en el patio del palmeral de las Casas Grandes, en las instalaciones de la UPCT en La Palma. El viernes se acostaron bien entrada la madrugada y se levantaron con los primeros rayos de sol. Había que recoger lo generado en la jornada y preparar la gran clausura. Mucho trabajo (altruista), pero a la vez con el buen rollo de un gran colectivo humano, por lo que más que un ‘castigo’ (voluntario) se ha tratado de un disfrute en un reto común entre amigos. Otra vez, el resultado fue sensacional.

Fueron dos jornadas de folk y folclore, palabras que pueden representar lo mismo pero que también separa modalidades. La ‘Gran noche de folk’ dek viernes ofreció las actuaciones de ‘Los malagatos’, de Málaga’, y ‘El naán’, de Palencia, mientras que el sábado fue el ‘Festival de folclore’. Tres años después, el escenario volvió a acoger el baile más tradicional, siendo los primeros en actuar los más jóvenes del grupo palmesano, en esta categoría llamados grupo folclórico infantil ‘Santa Florentina’. Qué satisfacción dio ver actuar a esa nueva hornada, en lo que era su debut escénico. Nuestras tradiciones tienen futuro tanto como presente y ahí hay que referirse a la actuación del grupo adulto. Qué agradable resultó verlos otra vez bailar bajo las coloreadas palmeras y con esos históricos vestuarios de nuestros campos. Cuando acabaron, se cambiaron con rapidez (casi ‘a lo Superman’) y se pusieron a trabajar con el resto de grupo en la cantina y en otros puntos de la finca. Voluntad (auténtica) de servicio se llama eso.

Por el escenario también pasaron tres grupos más, cada uno con su sello de identidad y todos con un espectáculo brillante. Comenzó con ‘Abuela Santa Ana’ de Albacete, continuó con los muricnaos del grupo de coros y danzas ‘Francisco Salzillo’, también de larga trayectoria, y concluyó con un estilo distinto pero igual de brillante a cargo de coros y danzas ‘Villa de Leganés’ de Madrid, aunque en realidad muestra sus raíces de otras tierras, siendo su sede la Casa de Extremadura de la localidad madrileña.

El escenario también acogió la presencia de la alcaldesa, Noelia Arroyo, para la clausura oficial, protocolo que culminó con una frase muy cartagenera del abuelo Piñana. La regidora del municipio estuvo acompañada por el teniente de alcalde Manuel Padín y el concejal Carlos Piñana, además del presidente de la Junta Vecinal Municipal de La Palma. Agradó ver cómo, de forma voluntaria, retrasaron la cena hasta no ver la exposición y asistir a una parte de las actuaciones del escenario. Esa mágica noche también pudimos ver, entre otros, concejal Enrique Pérez; al presidente de de la Asociación de Vecinos de La Palma, Ángel Mateo; al  cronista oficial cartagenero José Sánchez, etc.

Hubo más focos de atención. La estupenda exposición de los artistas del esparto de Los Puertos de Santa Bárbara se pudo contemplar en un espacio interior de la finca. De forma paralela, de la cantina de cañizo iban saliendo manjares de nuestra tradición gastronómica: tomate con boquerones y acietunas, frito de tomate de verano, patatas con ajo, longaniza, michirones, pan con sobrasada… Todo riquísimo que fue ingerido con el acompañamiento de agradables tertulias por sus comensales. Como es tradicional, se ocuparon todas las mesas y faltó sitio, y como también es tradicional, no hubo servicio de mesas, siendo cada uno el que se levantaba, pedía, pagaba y portaba. Y tras la buena cena, además del espectáculo folclórico, un café de puchero, unas flores dulces y un chambi. ¿Quién lo supera?

Escasos minutos después de la medianoche tuvo lugar el último baile de 2022 y comenzó un castillo de fuegos artíficiales que sorprendió por su duración (sobre el cuarto de hora), que agradó por su estética y que causó algunas molestias en el cuello. Hacía tres años que no estábamos tanto tiempo con la cabeza hacia atrás mirando a un cielo que se llenaba de explosiones y colores.

Festival Nacional de Folclore en la Comarca de Cartagena, capítulo 18 de las aventuras y desventuras de una tropa palmesana de paladines de las tradiciones. Continuará…

Fuente: Cartagena de Hoy.