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lunes, 15 de julio de 2013

El tiempo del folclore.

Celebrar cuarenta años de historia y contemplar el folclore de hace medio siglo en el embrujo palmesano estuvieron en el cierre del XXI Festival Nacional del Folclore del Campo de Cartagena.
 
Palmeral de las Casas Grandes en La Palma. Conforme se aproxima el visitante, la visión de las coloridas palmeras ya es suficiente para tener garantizada su complicidad toda la noche. Todas las cientos (y hasta miles) de sillas se han cubierto al igual que el entorno de la cantina, donde los manjares caseros arrasan. Es la gran noche.

La noche también ofrece la oportunidad de ver la muestra gráfica de los cuarenta años del grupo en una sala del complejo. Allí encontramos a varios de los pioneros, con los que conocemos que el embrión saltó en el colegio Santa Florentina, donde la maestra María Rosa y el presidente de la asociación de padres, Juan Sánchez García, se trajeron a Pilar, una profesora de Abanilla, que comenzó a enseñar jotas a un grupo de alumnos. Nos lo relata el propio Juan Sánchez junto a otros dos niños de entonces (eran unos veinte), ahora mucho mas creciditos y con hijos en el grupo, Águeda Sánchez y Ginés González.
 
¿Cuándo fue la primera actuación importante?, preguntamos. "El debut lo tuvimos con el final del curso de 1977 en el colegio, en junio, ofreciéndose jotas de tres y de cuatro". Curioso, el pasado sábado arrancó la clausura del XXI Festival con los chavales cartageneros interpretando esas mismas jotas del debut (ver vídeo superior). ¿Homenaje o coincidencia?, aunque lo importante es que siguen presentes en la hoja formativa del grupo.

Seguimos buceando en la historia. Segunda cita importante; presencia en las fiestas de Santa Florentina cuando se celebraron en los almacenes de Antonio Delgado 'el Maestrillo'. El auge del grupo continuaba y en 1980 ya fueron reclamados por el Ayuntamiento para actuar en el puerto de Cartagena, coincidiendo con la celebración en dicho lugar del sorteo de la Lotería Nacional. 

A partir de ahí, a crecer y enriquecer su repertorio año tras año. En los últimos doce está como presidente Pedro Antonio (Gómez de apellido), que cada año goza al ver la gran respuesta popular al festival, la entrega de los componentes del grupo y el nivel de las actuaciones que vienen del exterior.  "Se demuestra que en cada lugar de España se conserva su folclore, su raíces, al igual que hacemos nosotros", señala.

Pedro Antonio también agradece el apoyo de diversas instituciones. El rector de la UPCT acudió el viernes (la noche folk) y ayer lo hicieron cinco concejales, ante los cuales se entregó la décimo quinta distinción del grupo a Antonio Martínez Cánovas, director musical de esta gran familia durante tres décadas. Sucedió tras las actuaciones de los palmesanos, de las que dos muestras ofrecemos en los vídeos adjuntos.
 
Después pasaron, con enorme brillantez, la Asociación Folclórica Nuestra Señora de Los Dolores de Málaga, el grupo 'Arabí' de Yecla (con espectaculares mantos de manila) y la agrupación de danzas Virgen de las Nieves de Tanos, en Torrelavega (Cantabria).

Estos últimos fueron la grata sorpresa. No tienen un origen claro, pero bien podría remontarse a cinco siglos atrás. Ofrecieron muestras folclóricas (canto religioso) de ese tiempo y de los grandes momentos de su tierra, con picallu, pericote, cubanuco (con albarcas en los pies masculinos y cuétanas -cunas- en las espaldas de las mujeres) y convirtiendo el escenario en una gran romería por la que pasó todo el desfile de modelos de las villas pasiegas que mostraron en La Palma tras recorrer de costa a costa España.

Pero el festival es más. Ha servido para desvelar la riqueza de Cartagena a los grupos participantes (sábado visita por la ciudad y domingo baño en el Mar Menor), para atraer cada vez a más personas de lejanas tierras (un grupo de manchegos que ha hecho dos noches para ver el festival y numerosos ingleses), para disfrutar del gran nivel de los grupos y sus componentes (todos actuando con la sonrisa en el rostro), al igual que la vistosidad de sus vestuarios, y para saborear la cocina casera (los michirones se agotaron), para disfrutar de un chambi (nunca se habían acabado tan pronto como el pasado sábado) y para estar entre amigos (y encima buenos). ¿Se puede pedir más? El brillante castillo de artificios que llenó de color la noche era más que merecido.

Fuente: Diario Cartagena de Hoy.






Fotografías: Ayto. de Cartagena.


















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