El grupo folclórico 'Ciudad de Cartagena' de La Palma sigue sorprendiendo cada año con la elaboración del símbolo de estas fiestas con elementos típicos de nuestros campos, como en esta ocasión han sido margaritas, polvorones y rollicos.
Un recorrido por las cruces de mayo de Cartagena permite ver a (casi) todas con la belleza de sus variados adornos florales, pero hay una especial, la que se ubica en la puerta de la Catedral por la calle de la Cuesta de la Baronesa. Ahí luce una cruz única cada año, la que llevan a cabo los amigos de la Casa del Folclore de La Palma.
Caracoles, tostones, cristales, rastrojos… y otros han sido los elementos utilizados en las primeras 13 presencias. En 2024 apostaron por la cruz con garrofa o algarroba (los dos términos son correctos, pero en esta tierra es más usual el primero), adornadas con rosas amarillas. ¿Y este año qué se les ocurrirá?, se preguntaban bastantes visitantes días antes, quedando, una vez más, cautivados con las margaritas blancas y rollicos, con polvorones también aunque en menor proporción. Era un homenaje del grupo que preside Pedro Gómez a aquellas encuentros vecinales y familiares en torno a esos dulces caseros con vino dulce que tanto potenciaron las relaciones humanas en los campos de Cartagena.
Seis kilos de masa fue la empleada en elaborar los rollicos, labor que se vio alterada por el apagón nacional del lunes. Se estaban haciendo en horno de leña, pero el termómetro era digital y estaba conectado a la red eléctrica. Se intentó seguir sin él, pero no gustó la prueba, y se optó a esperar al miércoles, para después comenzar el montaje, siendo el punto de partida dos cañas cruzadas.
En el titular de este artículo hemos destacado también que la cruz de mayo del Grupo Folclórico de La Palma estaba para comérsela. Literal, está dicho de forma literal, pues durante la noche los asistentes fueron cogiendo los rollicos que la rodeaban junto a las velas, para cuando se acabaran continuar con la cruz.
Por cierto, estos 'folcloramigos' también fueron fieles a la tradición en este enclave de obsequiar con las típicas flores y vino de pasas o añejo a los que acudieron a contemplar su montaje y sus complicados bailes típicos con vestuario tradicional en un suelo en cuesta, como es el de la Cuesta de la Baronesa.
Fuente: Cartagena de Hoy.
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