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miércoles, 18 de noviembre de 2015

El legado de José María Marín.

Debo a mi amigo Juan Ignacio Ferrández el recordatorio de la efeméride, que ha pasado desapercibida por todos. Es así, el trovero José María Marín nació el día 18 de julio de 1865 en el caserío de Los Cervantes, hoy plenamente integrado en la trama urbana de La Palma. Muy cerca de donde radica en la actualidad la Casa del Folklore. Por tanto se cumplen 150 años de su nacimiento.

Con anterioridad existieron en nuestra comarca otras formas y estilos de improvisar coplas pero las raíces del trovo que conocemos hoy arraigan durante los años del auge minero, que comienza en la Sierra Minera a partir de 1840. De entre la extensa nómina de primitivos cantaores flamencos en la zona cartagenera-unionense destacaron los locales y los almerienses. De los campos de Vera nos llegó Pedro el Morato, guión de cuadrilla de ánimas, trovero y uno de los creadores de los emergentes estilos mineros. En opinión de Génesis García, de él y de otros troveros alpujarreños aprenderían los repentistas locales como el palmesano José María Marín (1865-1936), quien fijó normas, aportó el rigor métrico, la calidad poética, el afán cultural, el debate político e ideológico y el vuelo filosófico. Hoy día permanece entre los troveros cartageneros el gran respeto a la preceptiva literaria, característica muy valorada por artistas y públicos de todas latitudes. Una herencia debida a Marín, seña de identidad del repentismo del Campo de Cartagena que los nuestros enseñorean por toda la península e Hispanoamérica.

Marín, considerado el rey de los troveros, no sabía cantar debiendo dictar sus versos a un cantaor, hecho extraño porque hasta la fecha todos los versificadores cantaban sus composiciones, incluso alguno se acompañaba al mismo tiempo con la guitarra cual era el caso de Castillo. Por ello adoptó Marín, es una hipótesis de Norberto Torres, la malagueña de Dalías (Almería), más adecuada por su lentitud que el rápido y bravío fandango a la hora de componer los versos. Esta característica es otra singularidad de nuestro trovo con respecto a otros, puesto que existe una extensa nómina hasta nuestros días de troveros que precisan los servicios de un cantaor.

La tradición señala que fue Marín quien creó el trovo propiamente dicho, es decir, la glosa de una cuarteta en cinco quintillas, debiendo ser el último verso de la primera quintilla el mismo que el primero de la cuarteta, el último de la segunda quintilla el mismo que el segundo de la cuarteta, y así sucesivamente.

Los grandes rivales de Marín fueron el almeriense Castillo, el valenciano o catalán Manuel el Minero, y en menor medida otros como los pachequeros Gregorio Madrid y Ambrosio Martínez. Estamos en el territorio mítico de nuestro arte pues siempre han sido invocados estos creadores por los troveros de toda época en cada una de sus actuaciones. Igualmente, muchos han sido los aficionados de toda la comarca y región que guardaron en su memoria las hazañas poéticas del legendario Marín, transmitiendo de generación en generación muchas de sus quintillas y las situaciones que las alumbraron, aunque en muchos casos sean atribuciones sin fundamento. Quizá porque el rey de los troveros, en gran medida, ha pasado a ser un personaje de cuento popular, prototipo del ingenio. Don de la inmortalidad.

Se atribuye a Marín, -quien realizó el servicio militar en la entonces colonia antillana-, la aplicación del canto de la guajira a la décima. También lo expuso el investigador Pedro Fernández Riquelme pero seguimos sin certezas claras porque fueron muchos los cantaores que vieron en Cuba y se dejaron influir por este estilo, inyectándolo en el flamenco, caso de la siguiriya de Silverio, los tangos del malagueño Piyayo e incluso fue cantada por el almeriense Morato, junto a la habanera.

Sí resulta más probable que Marín trajera de la isla la propia décima, de origen español, pero muy cultivada al otro lado del océano. Esa es la opción que defiende Paco Henares porque en su opinión el trovero de La Palma la vio usar por el pueblo cubano.

En 1992 se creó la Asociación Trovera José María Marín con sede en La Palma, impulsando desde entonces la campaña de difusión de este arte en colegios e institutos de toda la Comunidad con el patrocinio de la Asamblea Regional. Años más tarde, en 2003, inician la fructífera experiencia de Trovalia, el festival internacional de poesía repentizada y cantada, con el apoyo del Ayuntamiento de Cartagena. El colectivo, hoy presidido por José Martínez El Taxista, mantiene la escuela del trovo, siendo ya tres, junto a las creadas posteriormente en La Unión y Patiño. Gracias a ellas han salido nuevos artistas para la causa como los troveros Diego Ortega El Molinero, Andrés Marchán, Pedro Jesús Salmerón o Paco Paredes; guitarristas como El Mergo y El Lagunero.

Trabajaremos porque sea posible en nuestra ciudad el II Simposium Nacional del Trovo, continuando el celebrado en el año 1976 y que contó con la presencia de Pedro Marset, Carlos Ferrándiz, Casimiro Bonmatí, Aureliano Gómez-Vizcaíno y los grandes antropólogos de la Complutense Carmelo Lisón Tolosana y María Cátedra.

Autor: José Sánchez Conesa.

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