Un marco espléndido (la casa del folclore), manjares sobre la mesa (productos típicos de nuestra gastronomía), buena música en directo y un grupo de personas que derrocha amabilidad para atender a los visitantes que, en cada uno de los tres fines de semana que ha estado abierto el Café Cantante, han atendido a los numerosos visitantes.
La clausura tuvo ese ambiente familiar que también distingue al Café Cantante. Pedro, como maestro de ceremonias, comenzó el acto anunciando que los presentes estaban viviendo "el último Café Cantante de esta época, pues el siguiente tendrá cambios y será diferente", según acordó la directiva del Grupo Folclórico Ciudad de Cartagena. Tras la presentación del cartel del Festival Nacional de Folclore y los elogios que la concejala de Festejos, Flori García, dedicó al Café Cantante y especialmente a su gente ("por el cariño que transmiten") y a la labor que llevan a cabo ("una tierra sin raíces no es nada", dijo), llegó el turno de pagar a los 63 trabajadores con unos singulares salarios en los que el cariño en forma de recuerdo sustituye al dinero.
La música, como es evidente, también ha tenido un gran protagonismo en esta edición. La Orquesta, Zumo de gnomos, Deja vù, The X Band, Filiu&cía y Martirio (agotó todas las entradas y resultó un gran éxito) fueron los que precedieron a Laly, quien puso el broche con una gran variedad de temas y haciéndo cómplices a los presentes de sus temas en un epílogo cargado de sonrisas. Cerró el Café Cantante, pero su aroma perdurará todo un año hasta que sus puertas vuelvan a abrirse gracias a la ilusión de su gente.
Fuente: Cartagena de Ley.
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